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III EL PARADIGMA DE LO INTEGRAL

Domingo 20 de Agosto, 2006

Es curioso: la palabra integral me ha acompañado desde hace ya medio siglo. Efectivamente, en agosto de 1954 enfermé al pulmón (¡TBC!). Debí guardar cama durante un mes completo y, después, descansar por cinco meses, alejado de la actividad de liceano que estaba terminando esta etapa y preparándose para pasar al año siguiente a la Universidad. Este "ensimismamiento" obligado, me sacó de la "alteración" en que vivía (terminología aprendida de Ortega y Gasset al leer "Ensimismamiento y alteración") y me llevó a la lectura de libros que ningún profesor de liceo recomendaba por esos años, tal vez porque simplemente no los conocían. Así, leí "El destino humano" de Lecomte du Noui, "La incógnita del hombre" de Alexis Carrel y "Humanismo integral" de Jacques Maritain, entre otros. Aunque no estaba preparado para comprenderlos plenamente, todos ellos me dejaron algo. Desde entonces la palabra integral comenzó a adquirir significado para mí. Se trataba, evidentemente, de buscar lo completo, lo total, en un mundo que vivía de fragmentos, de verdades a medias, de la atomización de la realidad. Poco tiempo después, estando ya sanado y estudiando Derecho, leí también a Teilhard de Chardin ("El fenómeno humano", "El medio divino", "Himno del universo" y sus diarios). Algo más tarde conocí algunas obras de Emmanuel Mounier y del Padre Lebret. Estos autores marcaron las pautas de mi visión de las cosas. Siempre sentí de parte de ellos una invitación a mirar la realidad en su conjunto, buscando soluciones integrales, que llegaran a "todo el hombre" y a "todos los hombres". Muchos años después, en Alemania, estudiando Ciencias Políticas en la Universidad de Heidelberg, abordé el tema del desarrollo y me encontré con la crítica a conceptos del mismo de tipo unidimensional. El mayor de los simplismos consistía en concebir el desarrollo como puro crecimiento económico, descuidando y hasta desconociendo otras variables decisivas. De este caminar intelectual fue surgiendo la necesidad de precisar, en cada caso, qué era "lo integral". En pocas palabras, se trata de evitar todo monocausalismo y unidimensionalidad. Los fenómenos sociales y sus problemas tienen siempre muchas causas y las soluciones, para ser integrales, deben tomar en cuenta ese conjunto de factores y dar respuestas capaces de resolverlos en su totalidad. El paradigma de "lo integral" es hoy una piedra angular de cualquier visión que quiera solucionar de verdad los problemas contemporáneos.

Posted by Otto Boye 12:52 0 comentarios